Cap. 13 "Edmund contra Rabadash".

(Sigue relatando Aralen.)

"Las espadas comenzaron a chocar apenas empezó la pelea, eran tan ágiles y rápidos a la vez. Las espadas de ambos chillaban mas fuertes con el pasar de los segundos.

Me tomé del brazo de mi padre y él me miró sorprendido.
-Padre, he oído la voz de mi madre- le susurré al oído.
-¿Qué es lo que haz dicho?- preguntó en voz baja.
-Mi madre me ha estado hablando hace bastante rato.
-¿Cómo estas tan segura?
-Es una intuición, lo presiento... se que es ella.
-¿Qué es lo que te dice?
-Ahora me acaba de prometer que todo estaría bien.
-Pero, hija, no dudo lo que te ha pasado, pero... ni siquiera debes recordar la voz de tu madre.
-Tan solo escuchandola pude reconocerla, padre.
-Bueno, tal vez... tengas razón. Ella era descendiente de una estrella y... conocía todas esas técnicas de magia.
-Ella esta presente aquí, padre... lo sé.
Volvimos nuestras miradas hacia el combate.
Rabadash comenzó a atacar con mas fuerza, lo que hizo que Edmund fuera retrocediendo un poco y esquivando las lanzadas que este le proporcionaba, pero repentinamente, Edmund logra quitar unos segundos la espada de Rabadash de encima y le produce un corte en su brazo izquierdo. Buen comienzo.
Al notar todos esto, vi la expresión de alivio de nuestra tripulación.

-Esto recién comienza- dijo Rabadash.

Rabadash volvió a atacar con mas fuerza que nunca, volviendo a hacer que Edmund retrocediera unos pasos. En un abrir y cerrar de ojos, le dio tres tajadas en el brazo a Edmund, haciendo que este diera un gemido silencioso.
Vi como Lucy se acurrucó en los brazos de su hermana, con bastante miedo.
¿Qué estaba sucediendo con Edmund? La vez que luchó contra su hermano Peter, demostró ser un heroé, pero ahora Rabadash le estaba dando una paliza. Quizá tendría una estrategia bajó la manga.

Con mi otra mano, apreté mi collar que mi madre me obsequió. "Madre, sé que estas ahí... por favor, no permitas que Edmund se rinda"
De inmediato recibí una respuesta: "Solo confía en él."

Edmund volvió a atacar una vez mas, haciendo que esta vez fuera su adversario quien retrocediera y resultara herido con las puntadas que Edmund le daba con la espada.
Con cautela y rapidez, Rabadash quitó su casco, que parecía dificultarle la visión, pude notar su expresión de disgusto al estar quedandose atrás. Edmund hizo lo mismo.
Comenzaron a pasar los minutos e iban al mismo nivel de ataque y heridas. Pero se detuvieron una vez que Edmund se ganó un gran corte en el brazo, casi llegando al hombro. Su ropa, especialmente la manga, comenzó a empaparse de sangre.

-¿Descanso?- preguntó Rabadash.
Edmund asintió molesto.

Ambos se acercaron a sus tropas, vi como a Edmund le daban agua para beber y curaban su brazo herido con bandas improvisadas.
-¿Estas seguro de que puedes continuar?- preguntó Susan.
-Claro que sí- respondió Edmund.
-Confío en ti- le dijo Peter con una sonrisa forzada.

Ambos rivales volvieron al combate.

-Ahora es cuando esto realmente comienza- dijo mi padre.
-¿Qué haremos sí Edmund...?
-Edmund te ama.
-Que me ame no asegura que podrá ganar o perder esta batalla.
-Si asegura bastante, Aralen.
Mire incrédula a mi padre.

Volvieron a sonar las espadas con fuerza, ambos tenían algo en común, estaban heridos. Pero al parecer el brazo de Edmund seguía sangrando sin parar.
Comencé a analizar todo desde un principio, si hubiera aceptado la petición de matrimonio de Rabadash, sería Reina de Calormen y él, de Archenland... pero ¿Él me amaría de verdad? ¿Me hubiera tratado como una digna esposa y Reina? Si él me hubiera amado de verdad, hubiera seguido insistiendome por medio de poesías y cartas, y no declarando la guerra de inmediata entre nuestras naciones. A él solo le interesa apoderarse de Archenland de una buena vez. Nunca hubiera sido capaz de aceptar su propuesta de matrimonio, nunca me hubiera casado con Rabadash, hijo del malvado del Tisroc ¡Jamás!
Pero con Edmund, con él... después de todo lo hermoso que me dijo cuando íbamos huyendo de Archenland, sería capaz de casarme con él mañana mismo... No mañana, ¡ahora mismo! Y ahora, esta arriesgando su vida, para que ese desgraciado de Rabadash me dejara en paz, para que no me hiciera su esposa a la fuerza, ni tomarse el poder de Archenland. Estaba enamorada de él... mas que nunca. Y yo soy una verdadera tonta, una estúpida que no creyó en él.

El brazo de Edmund continuaba sangrando, pude notar el dolor que sentía con tan solo ver su cara, y ademas su cara, con algunas leves heridas por la cimitarra de Rabadash. Este ultimo le ganó ventaja a Edmund, supo como herirlo.
Él cayó al suelo y apreté mi brazo al de mi padre, quien también hizo lo mismo.
Todos abrieron sus ojos hasta ya casi salir, en cambio a mí, se me iba a escapar el corazón por la boca.

-Rindete, Rey de Narnia- dijo Rabadash apuntandolo con su arma.
-¿Por qué debería de hacerlo?- preguntó Edmund apretando su herida en el brazo.
-Estas mas que herido.
-Esa no es un excusa suficiente.
-¿No? Si no te rindes ahora, después seré mas fuerte y hasta podría cortarte el brazo.
-Descanso-pidió Edmund.
-Esta bien... pero la tercera es la vencida- dijo Rabadash con una cruel sonrisa.

Edmund se levantó, a duras penas y se dirigió hasta su tropa, donde sus hermanos lo esperaban con mas vendas y agua. Se encontraba pálido, unas leves manchas de sangre habían en su cara y el sudor empapaba su cabello. Su cuerpo apenas si se movía.

-Tu brazo esta peor que antes- dijo Susan bastante preocupada.
-Solo vendalo y estará mejor- aseguró Edmund con una sonrisa forzada.
-Edmund, hermano... luces terrible- dijo Peter igual de preocupado.
-Lo venceré, lo prometí- dijo Edmund tratando de tranquilizar a su hermano.
-¿Con que fuerzas?

Mis ojos empezaban a humedecerse, me fue inevitable zafarme del brazo de mi padre e ir corriendo donde ellos.

-¡Aralen, no!- gritó mi padre tras de mí.

Abracé a Edmund con delicadeza debido a su herida, y lloré, como una niña sobre su hombro sin importarme el resto del mundo.
-Todo esto es mi culpa, por favor... perdoname.
Sentí como de a poco, la débil mano de Edmund subía por mi espalda hasta llegar a mi cabello, para acariciarlo.

-Por favor, si no puedes seguir, no lo hagas... no hagas todo esto por mí-dije susurrando a su oído.
-Estoy bien, Aralen.
-No lo estas, solo rindete, ese tipo hasta es capaz de matarte... Yo me casaré con Rabadash y trataré de zafarme como sea, no todo esta de nuestra contra...
-Pero yo no permitiré que Rabadash te toque un pelo porque... yo te quiero para mí, Aralen.
Sequé mis lagrimas y sin que casi nadie se diese cuenta, le entregué mi collar a Edmund.

-¡Aralen, que estas haciendo!- chilló Rabadash desde otro extremo del lugar.

Le guiñe un ojo a Edmund y me dirigí al príncipe:
-Rabadash, solo me despedía del Rey Edmund por haber sido una buena persona conmigo estos días, pues... ¡esta totalmente claro, tú vencerás al Rey Edmund! ¡Tú serás mi futuro esposo!

Una vez mas cayó en la trampa, él me respondió con una sonrisa y yo volví donde mi padre.
-Aralen, no tuviste que haber hecho eso- me reprochó mi padre al oído.
-Tenía que hacerlo, Padre.

La pelea comenzaba otra vez...

Rabadash lucía como nuevo, como si recién empezara la pelea y Edmund... como apunto de levantar una bandera blanca. Pero en el fondo no se sentía así, yo lo sabía.

-Ultima oportunidad, Rey Edmund- dijo Rabadash desvainando su cimitarra con una cruel sonrisa- ¿Desea continuar en esas condiciones o... quizá, hasta morir?
Edmund sonrió, para darle de su propia medicina a Rabadash y dijo:
-Claro que seguiré.
-Yo preferiría volver a mi ciudad sin una mujer que sin un brazo...
Edmund rió.
-Eso es lo que tú prefieres, yo no, no soy un cobarde.

Edmund desvaino su espada por tercera vez y apuntó a Rabadash.

-¿Listo?
-Completamente.

Nuevamente comenzaron a chocar las espadas, noté de inmediato como mi collar se movía dentro de la ropa de Edmund.
Pero este volvía a retroceder y mi corazón volvía a detenerse.
Las tropas narnianas y archenlandianas lanzaban gritos de aliento a Edmund, para que siguiera aguantando y acabara con Rabadash de una vez. Creo que eso lo lleno de fortaleza y empezó a atacar mas fuerte a pesar de su brazo roto.
Pero cuando Rabadash se vio acorralado por esto, fue cuando le dio con la cimitarra a las vendas de Edmund en el brazo herido.
Edmund gimió con fuerzas debido al horrible dolor que debía sentir.
Rabadash volvió a acorralar a Edmund, tomó nuevamente ventaja, retrocedio y lo botó. El malvado príncipe se detuvo para sonreír y saborear con ganas la escena y apuntó a Edmund con la cimitarra. Mientras este ultimo, miraba con pánico y su venda se soltaba cada vez mas dejando ver su herida.

"¡Edmund! ¡Edmund!"- gritaban sus hermanas presas de miedo y pánico.

-Al fin el fin- dijo Rabadash entre dientes.
Edmund me miró... su mirada estaba ida.
Era el fin... era el fin de todo.

0 Narnianos han comentado, ¿Qué esperas tú?.:



Publicar un comentario

Expresate :)