Cap. 8 "Confusiones"

Aralen cepillaba su cabello con la mirada perdida en el espejo.
Sus ojos estaban muy hinchados de haber llorado toda la noche... se sentía pésimamente mal por lo que había escuchado en la biblioteca en la conversación entre Edmund y su padre.

"¿Como mi noble padre, el gran Rey Lune, pudo haberme hecho algo así?-pensaba Aralen- Él sabía perfectamente que yo odiaba ese tipo de cosas... llamar a hombres para pedirme la mano ¡Él como yo, creía en el amor verdadero! Le dije mil veces que mi príncipe azul llegaría de un día a otro y no por petición de reyes. Pero ahora veo que no es así para nada, mi propio padre me ha mentido- dejó su cepillo a un lado y comenzó a dar vueltas en su habitación sin saber que hacer- Y en cuanto a Edmund... ¡Edmund! ¡Estaba completamente enamorada de él! Pero el me enamoro y todo lo que me dijo o hizo, solo fue para cumplir con la propuesta de mi padre... Creí en cada una de sus palabras y cada uno de sus sentimientos, pero... él me mintió por completo. Todo acerca de él era una mentira. Lo detesto... pero lo amo".

Quería llorar otra vez, pero sus lagrimas se consumieron todas durante la noche. Vistió ropa limpia, se hizo un peinado y lavo su cara, para disimular su hinchases. Al salir de su habitación, salió con cautela, y las personas con quienes se topaba en el camino las saludaba con una enorme sonrisa para disimular su infinita tristeza.
Al salir de Anvard, paso desapercibida entre todos los guerrilleros, pero cuando se dirigió a la parte trasera de Anvard a tomar un caballo, una fuerte mano la tomó del brazo y la detuvo.

-Aralen, ¿Donde crees que vas?

Al darse cuenta que se trataba de su padre, le fue inevitable no zafarse de él con brusquedad y como nunca antes en su vida, le respondió:

-¡A un lugar muy lejos de aquí, donde no tenga que ver su mentiroso rostro!- exclamo ella.

El padre, con una mirada de sorpresa y horror, ya que su hija nunca antes en su vida se había dirigido ante él de esa manera, balbuceo:

-Aralen... que... ¿Que te sucede, hiija?
-¡No me hable, padre! ¡Yo ya no confío mas en usted!
-¿Pero que es lo tan terrible que yo le he hecho, Aralen? ¡Jamás sería capaz de hacerle algo tan vil y cruel! ¿Es que le ha llegado una mentira acerca de mí! ¡Respondame, hija mía, por que me habla de esa manera!

La joven, volvió a contener sus lagrimas para demostrarse fuerte y poderosa ante la situación.

-Usted hizo un negocio con el Rey Edmund, padre. Usted le hizo una propuesta para que yo fuera su mujer... ¡No puedo creer que mi propio padre me haya hecho algo así! ¡Si mi madre estuviera aquí, no se lo perdonaría jamas!

El padre se quedo atónito, sin saber que responder, pues era una verdad, pero... no era de la manera cruel en que ella lo decía.

-¿Que le ofreció a cambio? ¿Tierras en Narnia? ¡De seguro usted le prometio varias propiedades en Anvard para que el accediera a su propuesta! ¡Que seres mas crueles, son ustedes, los hombres!
-Hija, creo que no estas entendiendo... dejame explicarte realmente como han sucedido las cosas y veras como toda tu perspectiva del problema cambiara.
-Desde hoy dejó de confiar en usted, padre- dijo la joven montando rápidamente el caballo- No creeré ni una palabra de lo que salga por su boca. ¡Como desearía que mi madre estuviera aquí!
-Aralen, por favor, baja de ese caballo y dejame explicarte como han sucedido las cosas... ¡Tú no has entendido!
-Lo he entendido todo perfecto y claro.

La joven le dio marcha a su caballo a toda velocidad y se perdió entre los arboles del bosque.
Pero Edmund, ignorando toda la situación desde el otro costado de Anvard, vio como la chica iba en su caballo y se animo a seguirla en el de él.
Era hoy su gran día, pues la joven debía darle una respuesta que le había prometido el día anterior.
Le dio riendas a su caballo a toda velocidad, Edmund estaba feliz... sentía en lo profundo de su corazón que la joven sentía lo mismo que él.
"Quiero hacerla feliz, quiero complacerla en todo, quiero amarla el resto de mi vida, quiero entregarle mi vida..."- iba pensando Edmund mientras dejaba ver una soñadora sonrisa en su rostro y ojos que brillaban-"Le regalaría toda Narnia si me fuese permitido... La amo".

De repente, se encontró en el mismo lugar que ayer. Aralen estaba unos pasos mas adelante de él, dandole la espalda y mirando en dirección a Narnia. Su hermoso pelo bailaba gracias a la brisa del viento.

-Aralen- la llamó Edmund.

Ella sentía como el corazón se le caía a pedazos al oír esa voz. Esa voz que la hizo ilusionarse tanto estos últimos días.
Aralen, lentamente, con una mirada frívola y distante, comenzó a voltearse para encontrarse con el rostro feliz de Edmund.

Traía una hermosa rosa azul en sus manos que le fue inevitable no centrar su atención esta. ¡Que hermosa flor! Edmund la cortó para ella y porque sentía que combinaba perfectamente con sus ojos. Aralen levanto su vista y encontró con los hermosos ojos cafés de Edmund.
Al notar este, que el rostro de su amada, no era de suma felicidad como en los días anteriores, se extraño mucho:

-Aralen, ¿Sucede algo malo?
-Edmund... no se como fue capaz de hacerme algo así.
-¿Hacerle que?
-Enamorarme...
Edmund enrojecio y bajó su mirada.
-Enamorarme por conveniencia propia.
-¿Como?- dijo Edmund de inmediato devolviendo su mirada hacia ella.
-¿Por que no me cuenta con detalle la propuesta que le hizo mi padre... o prefiere que lo haga yo?
Edmund se quedo perplejo, sin aire para poder responder algo. Se preguntaba como Aralen se había enterado de esa confusa propuesta.
-Aralen... yo... yo solo- balbuceo Edmund.
-¿Que fue lo que te ofreció mi padre para aceptar tan cruel propuesta?
-Aralen, tu padre no me ofreció nada.... él solo quería... confiar a su hija con alguien si es que él, ni Aslan lo permitiera, muriera en cualquier momento... ¡Él no te quería dejar sola!
-¿Y acaso tú te sentías capacitado para serlo?
Edmund, casi sin darse cuenta ella, se acerco a la joven y la tomó suavemente de ambas manos.
-Aralen, yo estoy enamorado de ti...
-No sigas mintiendo, por favor.
-Todo lo que le he dicho ha sido cierto ¡Muy cierto! Con o sin propuesta de su padre, yo me habría enamorado de usted de igual manera.
En los ojos de Edmund había sinceridad, pero ella puso una barrera contra él y su padre a no creerles nada. Quitó las manos de Edmund sobre ella y le dijo:
-Le exijo que no me dirija la palabra nunca mas. Yo y usted no tenemos comunicación absoluta desde hoy en adelante.
Aralen quitó la cadena del cuello de Edmund que le había prestado y la guardo en uno de sus bolsillos. Él sintió que haberle quitado eso, fue como haberle quitado el corazón de un solo golpe.
Ella montó su caballo y se marcho, mientras que él se quedo ahí, con la mirada perdida hacia Narnia. Se dejó caer sobre el suave césped y lanzó la hermosa rosa hacía un costado. Le fue inevitable no derramar un par de lagrimas. Sentía como perdía a su primer amor. La primera persona que había logrado tocar su corazón.

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