Cap. 1 "Enojo"

-Jaque Mate.
Era la décima vez que se lo decía al Sr. Tumnus, mi mejor amigo desde que estoy en Narnia, en el pequeño transcurso del día.
-¿Otra vez?- Preguntó el fauno inclinando la cabeza hacia un lado de manera divertida.
No era de extrañarse, a los pocos días después que asumí el cargo de Reina en Narnia junto con mis hermanos, el Sr Tumnus me enseñó a jugar ajedrez. En un principio era realmente mala, mi amigo fauno siempre me ganaba y las veces que yo salía vencedora, él me dejaba ganar apropósito para no hacerme sentir mal.
Pero ahora ya no soy esa pequeña de nueve años, si no una joven de dieciocho, que al pasar de los años logró empezar a crear estrategias de juego y ser mucho mejor que la misma persona quien me enseño a jugar. Se empezaba a apreciar que los años comenzaban a caer sobre Tumnus de a poco.

-Pues, sí- dije con una enorme sonrisa- ¡Otra vez gané yo!.
El fauno meneó la cabeza hacia el otro lado.
-Ya me estoy aburriendo de ser yo el perdedor, creo que mejor iré a jugar contra el Castor, él siempre pierde conmigo...
Se levantó de su silla dirigiendose hacia la puerta, simulando enojo y orgullo, pero basto con echarme un solo vistazo y los dos estallamos en carcajadas.

Desde hace varios meses, empezamos a jugar cada mañana, antes de que cualquiera de mis otros hermanos se levantara... o quizá antes que toda Narnia. Es que simplemente nos gustaba iniciar el día con una partida de ajedrez.
Tumnus, en medio de risas, me hizo guardar silencio acercando su dedo indice a su boca. Y es que la ultima vez que reímos tan fuerte, nuestras carcajadas llegaron a la habitación de mi hermano mayor y gran rey Peter y este, además de amanecer de mala aquel día, vino hasta acá a reprocharnos por haberlo despertado a tales horas de la mañana.
Guarde silencio de inmediato, de tan solo acordarme de lo mucho que se disgusto Peter conmigo ese día, me dan ganas de coser mi boca.

Con Tumnus empezamos a guardar la caja de ajedrez y dejar todo en su lugar, como siempre.
-¿Hay alguna novedad para hoy, Sr. Tumnus?- pregunté.
-Claro que sí, Reina Lucy-dijo el fauno sonriendo- Hoy esta de cumpleaños su hermana Susan, ¿Acaso lo olvido?
-Pues... sí-murmuré.
-Durante la tarde se realizara un banquete y en unas horas mas llegarán todos sus invitados.
-De seguro alguno de esos invitados querrá tomar la mano de mi hermana-dije.
Resultaba normal que algunos príncipes o viudos reyes, visitaran Cair Paravel solo para conocer a "La hermosa Susan", como la llamaban en los países vecinos. Algunos solo venían a apreciar su belleza y otros, iban mas allá: Querían hacerla su esposa, ya que quedaban flechados inmediatamente con tan solo verla. Pero mi hermana, ha negado peticiones hasta el día de hoy. Según ella, aun no ha llegado un hombre que haga latir su corazón de verdad.
Debo admitir que a veces sentía algo de celos de mi hermana: A veces me quedaba mirandola desde mi ventana, y ella daba vueltas en el patio apreciando el paisaje narniano, entonces era cuando notaba que era realmente una mujer muy bella... sus ojos, su cabello, su piel, ¡Todo era tan perfecto en Susan!
Ella era una persona muy querida, tenía muchos amigos en Narnia y también en el exterior, viajaba continuamente de país en país visitando gente conocida para ella y también recibía muchas invitaciones a fiestas. Rechazaba la mayoría.
Y en cuanto a mí, solo puedo decir que me gusta jugar ajedrez, mi único amigo es Tumnus, me subo a los arboles a leer con tranquilidad y a veces cabalgo en mi caballo en los al rededores de Cair Paravel.
Mi vida no es para nada de parecida a la de Susan...

Sentí pasos afuera de la habitación. De seguro mis hermanos ya se habían despertado y ya habían comenzado las actividades del día.
-Iré a ver que esta sucediendo allá afuera, Sr. Tumnus-dije abriendo la puerta.
-Esta bien, Reina Lucy, ¡Nos vemos!-dijo el fauno, terminando de guardar algunas piezas de ajedrez.
Salí de la habitación y me dirigí a la de Susan, donde venía el ruido de voces y pasos. Acerqué mi oído a la puerta y noté que las voces eran de las criadas, Peter y obviamente también Susan.
Entré sin tocar antes, y todos quedaron mirandome con sorpresa.

-Buenos días, querida hermana-saludó Susan.
-Buenos días, Su- dije- Feliz Cumpleaños.
-¡Oh, muchas gracias, Lucy!.

Las criadas estaban al rededor de mi hermana con sus costureros arreglando un nuevo vestido para ella. Estaban ajustado últimos detalles, estaban por terminar.
Peter permanecía sentado mirando de frente a mi hermana, me acerqué a él y también lo saludé junto con una sonrisa.

-Lucy, querida,¿Hoy usaras ese vestido?-dijo Susan mirandome de pies a cabeza.
-¿Qué hay con eso?-pregunté extrañada.
-¿No crees que es un vestido que usas... muy seguido?
-Pues... es mi vestido favorito.
-Hoy tenemos visitas importantes, hermana- intervino Peter- Y Susan solo desea que uses otro vestido, ya que queremos dar una buena y formal impresión. A eso se debe su preocupación.

¡Peter, el Gran Rey o El Magnifico! ¡Siempre haciendo caso a las opiniones y necesidades de Susan! Puesto a que la considera una mujer respetable, inteligente y astuta. ¿Qué piensa Peter de mí? Que aun soy una niña a la que deben corregir a todo momento.

-Esta bien, iré a buscar otro vestido- dije dandome por vencida.
-¡Oh, no, no!- exclamó Susan antes de que diera un paso- ¡Tengo una idea mejor! ¿Por qué mejor no le pides a las criadas que te fabriquen un nuevo vestido para hoy en la tarde? Ellas son tan rápidas y eficientes que de seguro se demoraran muy poco.
-Estoy segura de que ya tuvieron suficiente trabajo con tu vestido, Susan...
-¡Oh, para nada!- exclamó Tamnes, una fauna pariente de Tumnus y jefa de las criadas-¡Para nosotras sería un honor y enorme placer crear un nuevo vestido!
"¡Oh, claro que si!"-alentaban las demás.
-Bueno... esta bien-acepté poco convencida.

A los pocos minutos después, el vestido de Susan estaba completamente listo. Era largo de un color azul caribe único con relucientes bordados en las terminaciones. Un hermoso vestido para una hermosa mujer.
Susan apreciaba su delgada figura con el vestido puesto frente al espejo.
-¿Como luzco, hermano?-preguntó ella sin despegar la vista de su reflejo.
-Decir que te ves hermosa, es poco-respondió Peter- De seguro flecharas de inmediato al príncipe que viene en camino.
Y las criadas seguían alimentando su ego hasta llegar a las nubes y ella, muy coqueta, agradecía tanto elogio.

-Ahora es tu turno, Lucy querida- dijo Susan acercandose a mí y tomandome de las manos- Lucirás tan bella que de seguro uno de los hermanos del príncipe Tobas quedara flechado contigo.

Enrojecí un poco. Me fue incomodo eso, la verdad siempre me ha resultado incomodo hablar de esos temas... El príncipe Tobas era una de las ultimas conquistas de Susan, de seguro hoy venía a pedirle su mano.

Peter y Susan abandonaron la habitación para ir a ajustar los últimos detalles de la bienvenida del dichoso príncipe dejandome a mí junto al trabajo de las criadas.
Pase varias horas en medio de telas, costuras, hilos, tejidos y agujas para la creación de mi vestido y una vez que ya la tarde empezaba a caer, estaba listo.
Era un vestido del mismo modelo que Susan, pero este era un color rosa mosqueta, Me veía muy bien dentro de este... pero estoy segura de que a mi hermana se le vería mucho mejor.
Agradecí infinitamente a las criadas, pero al parecer, a ellas no les importaba trabajar tanto, es mas, las llenaba de esa manera.
Salí de la habitación y frente a mí me encontré con Edmund. También lucía mas formal que nunca, de seguro Susan le exigió lo mismo que a mí.

-Oh, Lucy... estas muy bella- dijo Edmund mirandome con sorpresa.
-Gracias-dije muy extrañada. No estoy acostumbrada a recibir elogios.
-Venía a buscarte, Susan y Peter me lo pidieron ya que al parecer los invitados están por llegar.
-Ya estoy lista, vamos.

Bajamos las escaleras juntos hasta llegar a la sala principal, que estaba adornada de flores y un inmenso banquete con comida deliciosa. Mis hermanos y los narnianos caminaban de un lugar a otro echando una mirada por la ventana.
Cuando me acerque a tomar una manzana confitada del banquete, Peter me vio y me dijo:

-Deja eso, Lucy. Comeremos cuando los invitados lleguen.
-Pero, Peter... ¡Tengo mucha hambre!
-Solo aguarda unos minutos mas.
-Pero...
-¡Lucy, solo acata mi orden y no me saques de mis casillas en este momento!.

Mire a mi alrededor y note como todas las criaturas narnianas me miraron con algo de lastima, como si en sus mentes estuvieran diciendo "¡Pobre Lucy!".
Fui directo a sentarme a una silla que estaba vacía, con algo de molestia por el actuar de mi hermano y permanecí ahí hasta que llegó mi amigo Tumnus a hacerme compañía.

-¿Esta usted aburrida, Su Majestad?- preguntó el fauno.
-¡Sí, y con bastante hambre!- exclamé para que llegara a oídos de Peter.

Pero me ignoró completamente, pues para mi suerte, el famoso príncipe Tobas venía llegando junto a sus tres hermanos, quienes eran trillizos.
Tobas era un joven muy bello, debía tener la misma edad de Susan, tenía el cabello oscuro pero su piel era de tez blanca, sus ojos claros, delgado y muy alto. Entró a Cair Paravel con una sonrisa muy bella. Pero sus hermanos, los trillizos, no se parecían en nada a él. Los trillizos eran algo mas bajos que Tobas, su piel algo mas oscura y ojos color café. No se podían comparar a la belleza de su hermano mayor.
Entraron con calma a Cair Paravel, Peter como Gran Rey, los saludó primero y los fue guiando.
Susan abrió los ojos una enormidad al ver por primera vez a su invitado, obviamente tuvo que haberse sorprendido por tal belleza del príncipe. Cuando este estuvo frente a mi hermana, noté como las miradas de ambos brillaban y no dejaban de mirarse.
-Es un enorme placer conocerla, Reina Susan- dijo el príncipe inclinandose un poco, tomando la mano de mi hermana con delicadeza y besandola.
-Para mí también lo es, príncipe Tobas- dijo mi hermana enrojeciendo un poco.
No era común ver a Susan enrojecer... ¿Será que... este hombre si es el indicado para ella?
-Los comentarios acerca de su persona en el exterior son verdaderos- prosiguió el príncipe- Es usted una de las Reinas mas bellas que pude haber conocido en mi vida.
-Oh, me subestima demaciado- agradeció Susan.
-Es imposible no hacerlo.

Por obligación, tuve que acercarme a saludarlo también y a sus hermanos también. El resto de los invitados comenzaron a llegar todos a la vez un poco después de la llegada del príncipe Tobas.
Cair Paravel se había llenado de felicidad, de ruidos, de risas y de personas por doquier.
Pero apenas se dio la orden de saborear el banquete, corrí a coger algunas manzanas confitadas y darles una buena mordida. Y es que comía hace varias horas atrás debido a la creación de mi nuevo vestido.
Estaba comiendo como una condenada muerta de hambre, algunas gotas de caramelo cayeron sobre mi vestido y no me importo tener mucha comida en mi boca. Simplemente moría de hambre.
Eché un vistazo hacia el centro del banquete, nadie mirandome: Peter se encontraba muy ocupado en su conversación con Reyes de países lejanos, Edmund saboreaba algunos platos junto con su esposa, la Reina Aralen de Archenland y Susan, era la festejada por lo cual estaba rodeada de amigos y amigas, entre saludos y regalos. Y en cuanto al resto, todos estaba concentrados en cualquier otra cosa por lo cual continué comiendo mas.

-Creó que usted debería comer con algo de moderación- escuché repentinamente tras de mí, cuando ya terminaba de comer la ultima manzana que quedaba en el plato.

Volteé y mire con sorpresa y algo de susto, esperando que ese reproche viniera de Peter o tal vez, Tumnus... Pero no. No era nada mas, ni nada menos que el príncipe Tobas.

-Así no debería comer una dama, mucho menos en un banquete, ¿No lo cree?- replicó.

Mi expresión cambió a una de total extrañeza y algo de disgusto. Rápidamente limpié mi boca y dije:
-Yo como a la manera que a mí se me da la regalada gana. Estoy en mi país, donde además soy reina y no haré caso de un extranjero desconocido.

Su expresión fue de enorme sorpresa. Volví a voltear para tomar la ultima manzana que quedaba, pero esta vez una voz femenina potente me llamó la atención:

-Lucy, acabo de ver lo que ha sucedido y esa no es la manera de tratar a un invitado, mucho menos si es un Rey.

No pude echarme la manzana a la boca al notar que esa voz venía de Susan.
Otra vez Susan... ¡Susan, Susan, Susan! ¡Todo giraba en torno a ella!
Volteé y al ver mi vestido con manchas se acercó a mí:

-Lucy, mira como tienes ese vestido...
-Dejame, Susan- la aleje de mí- Me tienes harta.
-Simplemente te estoy reprochando, no es para que...
-Peter y tú solo saben hacer eso conmigo, reprocharme.-la interrumpí.
-¿De que estas hablando, Lucy? ¡Solo te estamos educando para tu bien!
-No debería tratar a su hermana así, menos hoy día que es una fecha muy especial para ella- intervino el Príncipe.
-Siempre eres tú, la mas inteligente, la mas bella, la que todos escuchan, la que todos hacen caso... la que todos aman.
Susan me miró con algo de tristeza combinado con confusión.
Otra vez voltee para tomar la ultima manzana, pero Susan me tomó del brazo y yo por tratar de que me soltara, boté una copa de vino que estaba en la mesa, dejando caer todo su interior sobre el vestido de mi hermana...

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