-Aralen, ¿Como eres usando el arco y flecha?
-No muy buena- contesto la joven- Hace mucho tiempo no lo practico...
Aralen y Susan miraron al rey Lune, esperando que diera una respuesta.
-Esta bien, esta bien- dijo el rey riendo- Aralen, ve a practicar tiro al blanco junto a la reina... ¡Ten mucho cuidado!
-Lo tendré, papá- dijo la joven.
Ambas chicas, estos últimos días se habían amistado mucho, conversaban durante horas acerca de sus vidas y ahora Susan la invitaba a una practica de arco y flecha.
-Tu padre se preocupa mucho por ti- dijo Susan, con la dulce sonrisa que siempre la caracterizaba.
-A veces se preocupa demasiado- dijo Aralen.
-Solo es porque te quiere mucho...
Susan tomó un arco, y varias flechas, para entregarselas a la joven.
-Con estas entrenaras, por mientras.
Aralen tomó la arquería, mientras algunos narnianos colocaban unos blancos a varios metros de ambas chicas.
Susan, con bastante agilidad, logró apuntar medio a medio del blanco su flecha, ganandose los aplausos de los espectadores que merodeaban cerca.
-¡Eres increíble, Susan!- exclamó Aralen.
-Oh, gracias- agradeció Susan- Pero ahora es tu turno, Aralen.
Aralen, con algo de dificultad, acomodo la arquería en sus brazos y disparo una flecha.
No cayó al centro, pero si bastante cerca. De todos modos se gano aplausos de los narnianos.
-Esta bien para un primer intento- dijo Susan, animandola.
Practicaron durante un largo rato, la gente se iba sumando a su al rededor, hasta que al fin Aralen apuntó medio a medio al blanco.
-¡Lo hiciste, Aralen!- exclamó Susan.
-Oh, sí... ¡Lo hice!
Susan, rápidamente se acerco al oído de la joven, para decirlo algo mas personal:
-Edmund te esta mirando con un gran sonrisa desde la entrada de Anvard.
La chica, algo sonrojada, miro hasta allá y se encontró con el bello rostro de Edmund que la contemplaba desde hace un buen rato. Le fue inevitable no sonreír también.
-Susan, ¿Tú crees que yo le agrado también?- pregunto la doncella, bastante temerosa.
-Estoy completamente segura que sí- respondió Susan, bastante confiada de lo que respondía.
Esa misma tarde, mientras la joven cepillaba su pelo (que era una de las cosas que adoraba hacer), sintió unos pasos tras la puerta que la separaba del los largos y anchos pasillos del castillo. Se animó a dejar su cepillado para otro momento, tomó una daga que consevaba bajo su almohada y la guardo dentro de su vestido. Fue a ver de que se trataban esos pasitos. Los siguió por medio del ruido que hacían, con pleno cuidado de que no la descubrieran. Se sentía algo paranoica, pero sabía que en estos momentos, cualquier cosa podía ocurrir en su país y por sobre todo, en su castillo.
Llegó hasta el último piso, donde casi se podían tocar las nubes y poder sentir el aire fresco sobre su rostro.
No se trataba de un soldado calormene, ni ninguna de esas ideas locas que se venían a la mente a Aralen.
Solo era Edmund.
-¿Aralen?
-Oh, creo que esta vez yo lo he confundido con un calormeno.
Edmund rió. A Aralen le agrado verlo reír, ya que nota que el joven es algo reservado con sus sentimientos.
-¿Como funciono el colgante que le he obsequiado?- preguntó la doncella acercadose al rey- ¿No tuvo pesadillas en la noche?
-¡Oh, justamente de eso quería hablarle!- exclamó Edmund bastante emocionado- Tuve un sueño... y no precisamente con la bruja.
-¿No? Entonces, ¿De que trataba?
-Soñe con una estrella.
-¿Una estrella?
-Sí... y era algo similar a usted.
-Pues, yo creo... que a lo mejor se trataba de mi madre.
-¿Su madre? ¿Por que?
-Ella era descendiente de una estrella...
-Oh, pero que increíble... Entonces, usted también tiene sangre de estrella.
-Solo un poco, yo no se mucho acerca de magia, pero mi madre si era una gran experta.
Hubo una pequeña pausa en que ambos cambiaban sus miradas con algo de nerviosismo.
-Prometo devolverle su collar apenas la guerra termine.
-Puede devolvermelo cuando usted lo desee.
Edmund sentía en su interior, una sensación que jamás había tenido antes en su vida. Quería pasar el resto del día con la doncella, apreciando la belleza que esta tenía desde las puntas de sus cabellos hasta los pies, quería rozar la piel que Aralen tenía, una piel blanca como la estrellas y suave como la seda, quería ser testigo el resto de su vida de esos bellos ojos azules como el cielo y su roja boca. Ahora entendía que la belleza de la joven se debía a que era descendiente de una estrella. Se estaba enamorando, por primera vez, y no lo podía contener.
-¿Sucede algo?- preguntó la joven, al notar que el rey estaba perdido en su presencia.
-Solo quiero decirle que... hoy luce muy bella.- dijo el rey, con un tono muy impulsivo.
El rey gacho la cabeza, como un esclavo calormene... La vergüenza se lo estaba devorando a pedazos.
La joven, solo sonrió de oreja a oreja, y sus mejillas enrojecieron un poco al oír lo que el rey le acababa de decir.
-Muchas gracias por ese halago hacia mi persona- agradeció la joven.
Edmund, lentamente volvió la mirada hacia la joven, ella lo miraba con atención.
-Me debo ir, solo vine hasta acá para tener una vista desde las alturas... Mi hermano, el gran rey, me espera...
-Oh, esta bien... adelante.
El joven, bastante avergonzado salió de ese lugar a un paso muy rápido, mientras que la chica lo veía marcharse, de una forma muy coqueta.
"¿Como se me escapo algo así de la boca? Quizá piensa que soy rey bastante atrevido"- pensaba Edmund mientras arrancaba lo mas lejos posible- "Pero es que fue inevitable no decirlo... ella es muy bella y mi cuerpo se paraliza cuando ella me ve. Sí, creo que me he enamorado de ella, como el Rey Lune esperaba... pero ahora me preguntó ¿Tengo que tomar su propuesta?"
Esa noche, se encontraba muy feliz, y cepillaba su cabello una y otra vez, mientras bailaba al rededor de su habitación canturreando una bella melodía. La criada, la miraba muy extrañada mientras hacía su trabajo de ordenar la ropa.
-Oh, pero ¿Que es lo que ha pasado que la tiene tan feliz en estos momentos tan tensos en Archenland?- preguntó la criada, bastante confundida.
-Oh, Lari... ¡No sabes lo bello que me ha pasado!
-¿Se puede saber que es?
-Hoy, en la tarde, el rey Edmund me ha dicho que lucía muy bella.
-Mi doncella, ¿Usted cree que el rey gusta de usted?
-Solo los enamorados son capaces de decir algo así... Además, note su bella timidez al decirmelo.
-Puede que tenga toda la razón, joven Aralen. Usted es tan bella que enamora a cualquier hombre, desde un príncipe hasta un rey.
-Solo espero que esta desgraciada guerra acabé pronto, para que él tomé mi mano, ambos seamos reyes y felices por siempre.
-Nunca la había notado antes así desde que la conozco, Aralen... Usted esta enamorada de ese joven rey.
-Creo que sí, creo que al fin mi destino me ha enviado al mejor hombre que haya conocido... Después de mi noble padre, claro.
Cap. 6 "Extraño sentimiento".
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- 2/1/12
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