Cap. 3 "Resplandor Cristalino"

Ya me encontraba a salvo, sobre "Resplandor Cristalino", el barco que pertenece a mis hermanos y a mí, que nos llevaba en dirección a Doorn, una de las tres islas desiertas pero era la mas habitada por gente que el resto. Son islas pertenecientes a Narnia, se dice que fue la Bruja Blanca quien las conquisto, pero esa teoría no esta cien por ciento comprobada.
Al salir de Cair Paravel no me despedí de Peter, ni mucho menos de Susan quien aún permanecía encerrada en su habitación. Ni siquiera quiso abrirle la puerta a Edmund, que ninguna culpa tubo en lo que paso ayer. Nuestro plan entre mi hermano y yo funciono de maravillas, aunque el Sr. Tumnus, siempre tan correcto, no quería que me fuera sin antes avisarle a Peter porque este se podía enojar mucho. Fueron varios minutos de tratar de convencerlo, tuve que darle un gran abrazo, palabras de tranquilidad y escribí con suma rapidez una nota para mis hermanos Peter y Susan, para que supieran que estaba a salvo junto con Edmund en las Islas Desiertas. Le dije que se la diera a Peter por mí cuando llegase de su salida mañanera.

Le di otro gran abrazo a mi querido amigo, pero esta vez de despedida, traté de no llorar y le prometí que todo estaría bien. Le deje la nota en su manos y luego apreté su puño.

Subí al barco que permanecía en costas narnianas, y desde ahí miré a Cair Paravel.
"Haces que mi vida sea una total rutina, pero se que te extrañaré estas próximas semanas"- Me dirigí mentalmente hacia el castillo con una sonrisa.

Edmund se encontraba a mi lado, quien me sonrió y rodeo mi espalda con su brazo dejando su mano sobre mi hombro.
-Todo estará bien, Lucy- dijo él.
-Lo sé, Ed- contesté.

Una vez que ya zarpamos, busque algún vestido limpio entre mis pertenencias en parte inferior del barco. Me puse uno color verde bastante sencillo y mi pelo lo sujete con un listón de oro que hace mucho tiempo me obsequió Peter.
Subí a proa y me dirigí a la parte delantera, para observar el bello paisaje marítimo. Ahí estuve varios minutos, o quizá una hora completa sin darme cuenta. Creo que cuando te quedas hipnotizada en algo bello, pierdes totalmente la noción del tiempo.

-Hola Lucy- dijo una suave voz femenina tras de mí.

Era Aralen, efectivamente, la esposa de mi hermano Edmund.
Voltee y lucía igual de sencilla que yo pero con una sonrisa radiante en su rostro.

-Hola Aralen... ¿Cómo estas?
-Yo estoy bastante contenta de poder visitar a mis tios que no veo hace bastante y también de que nos hayas acompañado a Edmund y a mí.

Mire hacia abajo con algo de incomodidad, pues el motivo por la que me uní a la travesía de ella y mi hermano era debido a una incomoda razón.
Ahora que tenía mas de cerca a Aralen podría ver que si era una mujer muy bella y todas aquellas cualidades que resaltaba mi hermano una y otra vez. Como por ejemplo, sus pequeños hoyuelos o 'margaritas' que aparecen en sus mejillas cuando sonríe, o lo brillante que se ponían sus ojos azules cuando se exponían al sol. Una vez él me dijo que Aralen era descendiente de una estrella, a eso debe tanta hermosura y ángel. Desearía tener aunque sea, un poco de ella...

-Sé que te encontraras a gusto allá- dijo Aralen tomandome de las manos- Mi familia también te recibirá con alegría, pues después de todo ya eres parte de mi familia, así como yo en la tuya.

No se veía muy dispuesta a hablar sobre lo de ayer o reprocharme... eso me encantó.

-Además tendremos tiempo de conocernos mucho mas la una a la otra- agregó.- Sí tienes un problema, no dudes en que yo te escucharé y haré todo lo posible por ayudarte.

Sonreí y le dije:
-Gracias, Aralen. Eres una bella persona, tanto dentro como fuera.

El viaje no fue tan largo como yo esperaba, o mas bien para mí fue bastante corto. Era un bello día, el sol estaba radiante para estar de mal humor y pensar en lo que había pasado ayer. Leí un par de libros, luego almorcé junto con mi hermano y su esposa, miré un poco el paisaje marino y ¡Pum! De repente ya estábamos a pocos metros de distancia de Doorn.
Se lograba apreciar las hermanas pequeñas de Doorn: Félima y Avra.
Era en Doorn donde la gente habitaba, lo cual desde lejos se vía bastante gris, y algun otro resto de habitantes en Avra, pero Félima es solo un criadero de ganadería y agricultura.

-Ya es hora de desembarcar- dijo Edmund.

Bajamos del barco con bastante cautela en un pequeño bote y fue Peridan, fiel servidor, quien nos llevo remando hasta la tierra de Doorn.

-Espero que tengan una bonita estadía y disfruten de estas maravillosas tierras Narnianas, mis Reyes- dijo Peridan dirigiendose a Edmund y a mí, y luego se dirigió a Aralen- Su majestad, espero que tenga un buen reencuentro con sus familiares.
-Oh, muchas gracias Peridan- dijo Aralen.
-Que tengan un buen viaje junto con la tripulación y gracias por traernos hasta acá, Peridan- dijo Edmund- ¡No olvide darle nuestros saludos a Susan y Peter y a nuestros amigos!
-No lo olvidare, Su Majestad- dijo Peridan comenzando a alejarse en el bote, devuelta al barco.-¡Nos vemos dentro de un mes!

Resplandor Cristalino comenzaba a girar para volver a Cair Paravel, vimos como la tripulación subió el bote junto con Peridan y comenzaron a hacernos señas de despedida. Nosotros respondimos de igual manera.
Permanecimos ahí observando, con nuestras pertenencias a un lado, esperando a que el barco desapareciera a lo lejos. El cielo ya se tornaba color rosado anaranjado.
Y de un momento a otro, escuchamos el relincho de un caballo tras nosotros. Los tres volteamos con igual sorpresa: Había un hombre de ya medio siglo y un muchacho, montados en sus caballos y llevando las riendas de otros dos mas, y nos miraban de pies a cabeza, como tratando de adivinar quienes éramos. Eran obreros, lo note por su tan sencilla y descuidada ropa.

-¿Es usted, Su Majestad, Aralen?- dijo el hombre.
-Deno... ¡Deno, es usted!- exclamó Aralen, dejando a un lado sus cosas y corriendo hacia él.

El hombre bajó de su caballo y se dieron un gran abrazo.
Por lo que Aralen nos contó brevemente, ella y el hombre se conocieron cuando Aralen visitó la isla cuando era tan sola una niña y su madre aun estaba con vida. Su nombre era Deno, y era uno de los cuidadores del castillo real de Doorn, donde vivían los gobernadores de las islas, y esos gobernadores eran los tíos por parte de padre de Aralen. Y en cuanto al ex Rey Lune, padre de la muchacha, cabe agregar que no pudo acompañarlos en el viaje ya que se sentía muy debilitado y viejo para hacer una gran travesía y prefería quedarse en su hogar, Anvard, cuidando de que en Archenland todo marchara bien.

-Creí que no me recordaría, Su Majestad- dijo Deno, besando la mano de la dama.
-¡Oh, pero como te recuerdo, Deno!- dijo ella- ¡Si eras mi compañero de juegos cuando era una niña!
-Me alegra tanto que aun me recuerde, joven Aralen. Sus tíos me enviaron a mí y a mi hijo a cabalgar por los costeros de Doorn, pues nos alertaron que llegarían pronto y debíamos recibirlos para llevarlos hasta el castillo- luego miró hacia atrás, donde estaba el muchacho descendiendo de su caballo.

-Este es mi hijo, Dan -dijo Deno apuntando al muchacho- Dudo mucho que se acuerde de él, pues solo lo vio un par de veces cuando usted hospedo aquí cuando niña...
-Es un honor conocerla, Su Majestad- dijo Dan besando la mano de la mujer.

Cuando Aralen nos presentó a Edmund y a mí, pude ver con exactitud al muchacho. Su cabello era largo, le llegaba a los hombros y se ondulaba un poco. Era color castaño oscuro y sus ojos... ¡Eran casi tan azulados como los de Aralen! Hubiera creído que el era familiar de Aralen si no lo hubiese presentado aquel hombre obrero como su hijo.

No sé como paso, pero sentí... como si me hundía en sus ojos.

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