Cap. 4 "En el Castillo"

Deno y su hijo, tomaron nuestras nuestras pertenencias y las amarraron en los caballos, y los otros dos caballos se suponía que eran para los 'reyes casados'.

-Lo siento, Su Majestad- dijo Deno dirigiendose a mí- Pero nos informaron de que solo eran dos los invitados por lo cual solo trajimos dos caballos mas para su hermano y su esposa.
-Yo puedo darle este caballo en mi lugar- dijo su hijo Dan- No tengo problemas de ir caminando hasta Cielo Angosto.
-Que amable de tu parte, Dan- dijo su padre sonriendo- Ayuda a la Reina a subir, de seguro ya no le quedan energías después de un viaje tan largo.

Mientras Edmund ayudaba a Aralen a subir, le dije al muchacho:

-Muchas gracias...
-Es mi deber-dijo acomodando de forma segura la silla del caballo y luego clavó su mirada seria en mí- Ahora si puede subir, Su Majestad.
Él me ofreció su mano y yo la tomé, sentí una leve electricidad al tocarla... Una sensación muy extraña.
Fácilmente subí al potro con su ayuda.

Cielo Angosto era el pueblo principal de Doorn, es allá donde los gobernadores y la mayor parte de habitantes residen y trabajan.
El pueblo no estaba tan lejos de la costa, irse caminando o en caballo era prácticamente lo mismo.
Fuimos recibidos entre aplausos, flores y saludos de la gente amable de Doorn mientras íbamos avanzando lentamente sobre nuestros caballos al castillo.
El castillo no era tan grande como Cair Paravel, era solo la mitad de este pero aun así era bastante ancho.

Una vez al frente del castillo, en la entrada principal, nos detuvimos y bajamos de nuestros caballos. Los tíos y un joven muchacho con vestimenta igual de elegante que los adultos y una sonrisa estampada en su cara, nos esperaban.
Aralen casi voló del caballo por ir corriendo a abrazarlos a cada uno.
Se trataba de su tío Arbid junto con su esposa Lena, y el muchacho era su hijo, Lend.
Los alagos y saludos como "Oh, tanto tiempo ¡Estas hermosa!", "¡Digna Reina, Se nota que mi hermano crío una buena y hermosa mujer", "¿Él es su esposo? Oh, Su Majestad es un placer conocerlo", "¿Ella es la hermana? Su Majestad, es un placer conocerla a usted también".
En fin, fuimos recibidos como una especie de "Héroes".

Al rato después, el gobernador o Tío Arbid nos mostró nuestras habitaciones por el resto de los días que estubieramos en Doorn. Eran habitaciones de huéspedes, se encontraban en el ultimo piso en la parte trasera del castillo pero tenían una vista privilegiada hacia al paisaje. En mi caso, me tocó una habitación con vista al mar y eso me fascinó.

-Espero que le agrade su habitación- dijo Arbid.
-¡Oh, claro que sí!- exclamé-¡Es maravillosa!
El gobernador sacó una llave plateada de su bolsillo y me la entregó.
-Conserve la llave de esta habitación... Ahora, Su Majestad, la dejo a solas, creó que merece descansar un poco después de tan largo viaje.
-Muchas gracias, Arbid.
-¡Ah, casi lo olvidaba! Esta noche tendremos un gran banquete para darles una diga bienvenida.

Apenas mencionó la palabra "banquete" sentí como las manzanas confitadas que comí ayer bailaban en mi estomago y escuchaba mentalmente las voces de Peter y Susan reprochandome.
El gobernador cerró la puerta y yo guardé mis pertenencias en el cajón.

La habitación era algo pequeña pero acogedora, solo estaba conformada por un ropero, una cama, un pequeño estante y una gran ventana con vista al mar por lo que se formaban ecos cada vez que hacía un ruido. Me acerqué a la ventana y saqué mi cabeza y cerré los ojos... ¡Que viento tan fresco y abrasador! ¡Que tranquilidad! ¡Que pacifico lugar!

Volví a abrir mis ojos, la noche ya comenzaba a caer... Miré hacía abajo y me encontré con el patio trasero del castillo. Ahí estaba el establo de caballos... y también el muchacho que me ofreció su caballo, Dan.
Él estaba acarreando un par de caballos al establo, y antes de meterlos adentro a ambos, les sonrió, acarició sus narices y les dio de comer manzanas verdes.

-Sé que a ustedes les gustan las manzanas rojas, pero lamentablemente no pude conseguir mas que un par de verdes- les decía el muchacho- Pero oí que esta noche hay una banquete, probablemente pueda conseguir algunas rojas para ustedes.

Dan cerró la puerta del establo, y repentinamente se encontró con mi cara asomada... de una manera infantil me volví incorporar a la habitación con rapides y me lanzé de un piquero a la cama.

"¿Qué te pasa, Lucy Pevensie? Pareces una tonta..." -me dije.

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