Hola Narnianas!

Por lo que veo en las estadísticas del blog, logró notar que a diario lo visitan por lo menos 20 personas y eso me pone muy contenta, de verdad. Pero me gustaría tener mas contacto con la gente que lee las historias, dejando comentarios en la parte de cada entrada donde dice "read user's comments." Ojo que todos pueden comentar, tengas o no cuenta en blogger. Espero sus comentarios, gente!

Saludos, Tania.

Cap. 5 "El Banquete"

Sin querer había tomado una siesta, ya era de noche y unos golpecitos en mi puerta me despertaron.

-Lucy, ¿Estas ahí?

Era la voz de Aralen quien llamaba tras la puerta. Refregué un poco mis ojos con mis manos, cepillé mi pelo y abrí la puerta.

-Lucy, el banquete esta por comenzar ¡Ya es hora de bajar!- dijo Aralen con ese alegre tono que la caracteriza siempre.
-Esta bien... solo dame un momento para cambiarme de ropa...
-¿Cambiarte... de ropa?
-Pues... sí, Susan siempre me pide que...
Guarde silencio... ¿Qué estaba diciendo?
-Si quieres cambiarte de vestido... está bien.
Vacié de inmediato mi bolso con todos los vestidos que había guardado. Tomé las puntas de cada uno... todos completamente arrugados.
-Vaya... ¿Por qué no tomas algún vestido de los míos?- preguntó Aralen al ver las condiciones de todos mis vestidos.
-¿De veras... puedo?
-¡Oh, claro que sí! Ya ordené mis vestidos en el armario, ¡Toma el que quieras!, Yo por mientras bajaré al banquete y diré que tú bajas pronto... ¡Nos vemos, Lu!.

Susan no sería nunca capaz de prestarme un vestido.
Ya quedó comprobado con lo sucedido ayer. Prefiere que las criadas me hagan uno nuevo, que pedirle uno prestado a ella.
Entre a la habitación de Aralen y Edmund que se encontraba al frente de la mía, era algo mas amplia, obviamente. Indagué en el ropero de la Reina y me encontré con un sin fin de bellísimos vestidos de la mas fina costura separados por colores: Verdes, rojos, celestes, rosas, etc.


"Tiene mas vestidos que Susan"- dije para mis adentros.
Sinceramente no sabía cual elegir, eran todos tan bellos, tan femeninos, tan únicos...

-

Bajé por las rechinadas escaleras y me asombré al ver que todos posaban su mirada en mí con una sonrisa.
-¿Qué es lo que sucede que me miran así?- le pregunté a Aralen con extrañeza, una vez que me acerque a ella. Estaba bebiendo vino en una copa.
-De seguro creen que te ves muy bella- respondió ella- ¡Tan solo mirate, ese vestido te queda mejor que a mí!
No se si el vestido me quedaba mejor a mí, pero de lo que si estaba segura, es de que era un bello vestido azul cielo.
Todo lucía igual que el banquete de ayer, apetitosas cosas para comer y beber, buen ambiente y mucha gente de cargos importantes en el castillo al rededor disfrutando.
Pude ver a mi hermano desde lejos, conversaba con los tíos de Aralen mientras tomaban una copa de vino.
-¿De verdad crees que luzco... bonita?- pregunte mientras posaba mi mirada entre todos los invitados.
-Si me lo me pregunta a mí, yo afirmare totalmente a su pregunta- respondió una voz masculina.

Sentí como mi cuerpo se paralizó al oír esa voz desconocida.
Gire mi cabeza torpemente y me encontré con alguien que no era precisamente Aralen.
Era el joven elegante que vi en la entrada cuando llegué, el hijo de los gobernadores, Lend. Enrojecí como nunca antes y abrí la boca como si nunca mas la fuera a cerrar. Él solo atinó a sonreír ante mi infantil actitud.

-Ah... yo... yo conversaba con.... Aralen- balbucí.
-Yo no la veo aquí...- dijo Lend.

¿Cómo es que Aralen podía desaparecer de mi lado en un par de segundos? Y ahora, ¿donde se había metido?

-Creo que iré a buscarla...
-¡Oh, no, no! Yo vine hasta acá para charlar, aunque sea un momento, con usted.
-¿Conmigo? ¿Por qué?
Y seguía sonriendo. Su sonrisa me hacía sentir totalmente diminuta. Y con sus grandes ojos color marrón clavados sobre mí... era aún peor. Traté de sonreír, Susan decía que una Reina jamas debía perder la sonrisa, pero es que no podía conservarla. Solo conseguía muecas absurdas.
-Yo no sabía que usted visitaría junto con Aralen y su esposo nuestras islas, fue totalmente sorpresivo verla llegar junto con ellos, apenas los vimos acercarse sobre los caballos en medio de la multitud, le pregunté al oído a mi madre si la jovencita de al lado, era la Reina Lucy, y ella me lo afirmó totalmente pues dijo que era idéntica a un retrato que había visto de usted hace unos meses. No sabe cuantas ganas tenía de conocerla, Su Majestad.
-¿Por qué su afán de querer conocerme? Soy solo una reina mas y no tengo nada de especial.
-¿Nada de especial? Pues, yo considero que si es especial. Usted es la Reina mas bella que he conocido, muchos viajeros me han dicho que la Reina Lucy es una de las mujeres mas bellas que existen... y ahora, lo estoy comprobando con mis propios ojos.
-Creo que usted se equivoca de Reina... usted se debe referir a la Reina Susan, mi hermana, es ella la que todos adoran observar y consideran una mujer de belleza infinita.
-Oh, no, no me refiero a la Reina Susan, estoy completamente seguro de que me refiero a usted.
-¿Yo?
-Sí, usted.
Esta vez si sonreí con algo de timidez y creo que continué enrojeciendo.
-Esto me ha tomado por sorpresa... Se lo agradezco.
Él también respondió con una sonrisa.

Mire hacia al lado y me encontré con una mesa llena de copas. Me sentía incomoda estar al lado de alguien desconocido que decía ser, entre comillas, mi admirador.
Levantaba y luego dejaba en su lugar cada copa, una tras otra, Lend se percató de esto y preguntó:

-¿Sucede algo con las copas de vino?
-Es que... solo quería beber jugo... pero al parecer no hay- respondí.
-Oh, claro que hay- dijo Lend- Tan solo deme un momento para traerle una copa.
-No se moleste...
-No es una molestia, ¡Para nada!

Apenas se alejó y se disperso en la multitud, sentí un leve mareo... Me apoye sobre la mesa y me llevé las manos a la cara. Estaba sudando... ¿Qué me pasaba?
Mire hacia al frente... los rostros de todo el mundo se distorsionaba e incluso ¡Podía oír la voz de Susan y Peter llamandome!
Necesitaba despejarme, me estaba volviendo loca... corrí a la salida del castillo de la parte trasera.

Al fin, aire puro y la luna sobre mí. La noche estaba tan perfecta, tan estrellada. Lo único que alumbraba mis pasos era la gorda luna llena.
Caminé hasta el establo, donde permanecían los dos caballos que nos escoltaron esta misma tarde. Mis zapatos se llenaron de barro, pero poco me importo, solo iba a pensando en el extraño acontecimiento que había pasado por mi cabeza y recorrió mi cuerpo. Pasé mi mano por la frente y aun estaba empapada de sudor.
Los caballos me miraban fijamente cuando me apoyé sobre la madera de la puerta.

-Hola amiguitos- dije.

Al no escuchar una respuesta, continué:

-¿Cuales son sus nombres?

Lo mismo.

-Que descortés de su parte no querer responderme.
-Es porque no son caballos narnianos, son caballos comunes y corrientes.- me respondió alguien.

Se trataba de Dan, el mismo quien me escoltó en el caballo y miré en mi ventana hace unas horas atrás.
Dí un pequeño gemido al escuchar la voz, ya que apareció desde detrás del establo arrastrando un morral lleno de no se que.

-Vaya... yo no lo sabía.-me excusé.
-Sí... no lo sabía.-dijo él, manteniendo su seriedad desde que apareció.

Un silencio incomodo nos invadió. Nos mirábamos los pies y el suelo como si fuéramos soldados calormenes.

-¿Usted... no debería estar adentro?- preguntó el muchacho, llevandose el morral a los hombros.
-Sí... así debería ser, pero estoy acá porque... no lo sé.

Me miró bastante extrañado, mi actitud era realmente extraña para ser una reina.
-Bueno... yo debo irme a casa, me están esperando para cenar- dijo él.
-Oh, adelante- dije.
-Con su permiso, Su Majestad.

Solo a los pocos segundos que desapareció junto con su saco, oí otra voz masculina tras de mí.

-¿Su Majestad?
Lend trataba de encontrar mi rostro en la oscuridad desde la puerta.
-Lend, aquí estoy.- dije acercandome a él.
-¿Qué le ha pasado? ¿Por qué arrancó repentinamente del castillo?
-Yo... es que...
-¿No quería charlar conmigo?
-¡Oh, claro que no es eso! Es que yo solo... me sentí ahogada adentro durante unos segundos y salí corriendo del castillo para tomar algo de aire...
-¿Se siente mejor?
-Sí, pero... será mejor que vaya a dormir, estoy muy agotada debido al viaje y otras cosas mas. Por favor hagale saber mis mas sinceros agradecimientos a sus padres por el banquete, pero realmente por mi estabilidad será mejor que vaya a dormir.
-Pero... apenas charlamos.- dijo algo apenado.
-Tenemos varios días para charlar, Lend.

Me despedí con una sonrisa.

Cap. 4 "En el Castillo"

Deno y su hijo, tomaron nuestras nuestras pertenencias y las amarraron en los caballos, y los otros dos caballos se suponía que eran para los 'reyes casados'.

-Lo siento, Su Majestad- dijo Deno dirigiendose a mí- Pero nos informaron de que solo eran dos los invitados por lo cual solo trajimos dos caballos mas para su hermano y su esposa.
-Yo puedo darle este caballo en mi lugar- dijo su hijo Dan- No tengo problemas de ir caminando hasta Cielo Angosto.
-Que amable de tu parte, Dan- dijo su padre sonriendo- Ayuda a la Reina a subir, de seguro ya no le quedan energías después de un viaje tan largo.

Mientras Edmund ayudaba a Aralen a subir, le dije al muchacho:

-Muchas gracias...
-Es mi deber-dijo acomodando de forma segura la silla del caballo y luego clavó su mirada seria en mí- Ahora si puede subir, Su Majestad.
Él me ofreció su mano y yo la tomé, sentí una leve electricidad al tocarla... Una sensación muy extraña.
Fácilmente subí al potro con su ayuda.

Cielo Angosto era el pueblo principal de Doorn, es allá donde los gobernadores y la mayor parte de habitantes residen y trabajan.
El pueblo no estaba tan lejos de la costa, irse caminando o en caballo era prácticamente lo mismo.
Fuimos recibidos entre aplausos, flores y saludos de la gente amable de Doorn mientras íbamos avanzando lentamente sobre nuestros caballos al castillo.
El castillo no era tan grande como Cair Paravel, era solo la mitad de este pero aun así era bastante ancho.

Una vez al frente del castillo, en la entrada principal, nos detuvimos y bajamos de nuestros caballos. Los tíos y un joven muchacho con vestimenta igual de elegante que los adultos y una sonrisa estampada en su cara, nos esperaban.
Aralen casi voló del caballo por ir corriendo a abrazarlos a cada uno.
Se trataba de su tío Arbid junto con su esposa Lena, y el muchacho era su hijo, Lend.
Los alagos y saludos como "Oh, tanto tiempo ¡Estas hermosa!", "¡Digna Reina, Se nota que mi hermano crío una buena y hermosa mujer", "¿Él es su esposo? Oh, Su Majestad es un placer conocerlo", "¿Ella es la hermana? Su Majestad, es un placer conocerla a usted también".
En fin, fuimos recibidos como una especie de "Héroes".

Al rato después, el gobernador o Tío Arbid nos mostró nuestras habitaciones por el resto de los días que estubieramos en Doorn. Eran habitaciones de huéspedes, se encontraban en el ultimo piso en la parte trasera del castillo pero tenían una vista privilegiada hacia al paisaje. En mi caso, me tocó una habitación con vista al mar y eso me fascinó.

-Espero que le agrade su habitación- dijo Arbid.
-¡Oh, claro que sí!- exclamé-¡Es maravillosa!
El gobernador sacó una llave plateada de su bolsillo y me la entregó.
-Conserve la llave de esta habitación... Ahora, Su Majestad, la dejo a solas, creó que merece descansar un poco después de tan largo viaje.
-Muchas gracias, Arbid.
-¡Ah, casi lo olvidaba! Esta noche tendremos un gran banquete para darles una diga bienvenida.

Apenas mencionó la palabra "banquete" sentí como las manzanas confitadas que comí ayer bailaban en mi estomago y escuchaba mentalmente las voces de Peter y Susan reprochandome.
El gobernador cerró la puerta y yo guardé mis pertenencias en el cajón.

La habitación era algo pequeña pero acogedora, solo estaba conformada por un ropero, una cama, un pequeño estante y una gran ventana con vista al mar por lo que se formaban ecos cada vez que hacía un ruido. Me acerqué a la ventana y saqué mi cabeza y cerré los ojos... ¡Que viento tan fresco y abrasador! ¡Que tranquilidad! ¡Que pacifico lugar!

Volví a abrir mis ojos, la noche ya comenzaba a caer... Miré hacía abajo y me encontré con el patio trasero del castillo. Ahí estaba el establo de caballos... y también el muchacho que me ofreció su caballo, Dan.
Él estaba acarreando un par de caballos al establo, y antes de meterlos adentro a ambos, les sonrió, acarició sus narices y les dio de comer manzanas verdes.

-Sé que a ustedes les gustan las manzanas rojas, pero lamentablemente no pude conseguir mas que un par de verdes- les decía el muchacho- Pero oí que esta noche hay una banquete, probablemente pueda conseguir algunas rojas para ustedes.

Dan cerró la puerta del establo, y repentinamente se encontró con mi cara asomada... de una manera infantil me volví incorporar a la habitación con rapides y me lanzé de un piquero a la cama.

"¿Qué te pasa, Lucy Pevensie? Pareces una tonta..." -me dije.

Cap. 3 "Resplandor Cristalino"

Ya me encontraba a salvo, sobre "Resplandor Cristalino", el barco que pertenece a mis hermanos y a mí, que nos llevaba en dirección a Doorn, una de las tres islas desiertas pero era la mas habitada por gente que el resto. Son islas pertenecientes a Narnia, se dice que fue la Bruja Blanca quien las conquisto, pero esa teoría no esta cien por ciento comprobada.
Al salir de Cair Paravel no me despedí de Peter, ni mucho menos de Susan quien aún permanecía encerrada en su habitación. Ni siquiera quiso abrirle la puerta a Edmund, que ninguna culpa tubo en lo que paso ayer. Nuestro plan entre mi hermano y yo funciono de maravillas, aunque el Sr. Tumnus, siempre tan correcto, no quería que me fuera sin antes avisarle a Peter porque este se podía enojar mucho. Fueron varios minutos de tratar de convencerlo, tuve que darle un gran abrazo, palabras de tranquilidad y escribí con suma rapidez una nota para mis hermanos Peter y Susan, para que supieran que estaba a salvo junto con Edmund en las Islas Desiertas. Le dije que se la diera a Peter por mí cuando llegase de su salida mañanera.

Le di otro gran abrazo a mi querido amigo, pero esta vez de despedida, traté de no llorar y le prometí que todo estaría bien. Le deje la nota en su manos y luego apreté su puño.

Subí al barco que permanecía en costas narnianas, y desde ahí miré a Cair Paravel.
"Haces que mi vida sea una total rutina, pero se que te extrañaré estas próximas semanas"- Me dirigí mentalmente hacia el castillo con una sonrisa.

Edmund se encontraba a mi lado, quien me sonrió y rodeo mi espalda con su brazo dejando su mano sobre mi hombro.
-Todo estará bien, Lucy- dijo él.
-Lo sé, Ed- contesté.

Una vez que ya zarpamos, busque algún vestido limpio entre mis pertenencias en parte inferior del barco. Me puse uno color verde bastante sencillo y mi pelo lo sujete con un listón de oro que hace mucho tiempo me obsequió Peter.
Subí a proa y me dirigí a la parte delantera, para observar el bello paisaje marítimo. Ahí estuve varios minutos, o quizá una hora completa sin darme cuenta. Creo que cuando te quedas hipnotizada en algo bello, pierdes totalmente la noción del tiempo.

-Hola Lucy- dijo una suave voz femenina tras de mí.

Era Aralen, efectivamente, la esposa de mi hermano Edmund.
Voltee y lucía igual de sencilla que yo pero con una sonrisa radiante en su rostro.

-Hola Aralen... ¿Cómo estas?
-Yo estoy bastante contenta de poder visitar a mis tios que no veo hace bastante y también de que nos hayas acompañado a Edmund y a mí.

Mire hacia abajo con algo de incomodidad, pues el motivo por la que me uní a la travesía de ella y mi hermano era debido a una incomoda razón.
Ahora que tenía mas de cerca a Aralen podría ver que si era una mujer muy bella y todas aquellas cualidades que resaltaba mi hermano una y otra vez. Como por ejemplo, sus pequeños hoyuelos o 'margaritas' que aparecen en sus mejillas cuando sonríe, o lo brillante que se ponían sus ojos azules cuando se exponían al sol. Una vez él me dijo que Aralen era descendiente de una estrella, a eso debe tanta hermosura y ángel. Desearía tener aunque sea, un poco de ella...

-Sé que te encontraras a gusto allá- dijo Aralen tomandome de las manos- Mi familia también te recibirá con alegría, pues después de todo ya eres parte de mi familia, así como yo en la tuya.

No se veía muy dispuesta a hablar sobre lo de ayer o reprocharme... eso me encantó.

-Además tendremos tiempo de conocernos mucho mas la una a la otra- agregó.- Sí tienes un problema, no dudes en que yo te escucharé y haré todo lo posible por ayudarte.

Sonreí y le dije:
-Gracias, Aralen. Eres una bella persona, tanto dentro como fuera.

El viaje no fue tan largo como yo esperaba, o mas bien para mí fue bastante corto. Era un bello día, el sol estaba radiante para estar de mal humor y pensar en lo que había pasado ayer. Leí un par de libros, luego almorcé junto con mi hermano y su esposa, miré un poco el paisaje marino y ¡Pum! De repente ya estábamos a pocos metros de distancia de Doorn.
Se lograba apreciar las hermanas pequeñas de Doorn: Félima y Avra.
Era en Doorn donde la gente habitaba, lo cual desde lejos se vía bastante gris, y algun otro resto de habitantes en Avra, pero Félima es solo un criadero de ganadería y agricultura.

-Ya es hora de desembarcar- dijo Edmund.

Bajamos del barco con bastante cautela en un pequeño bote y fue Peridan, fiel servidor, quien nos llevo remando hasta la tierra de Doorn.

-Espero que tengan una bonita estadía y disfruten de estas maravillosas tierras Narnianas, mis Reyes- dijo Peridan dirigiendose a Edmund y a mí, y luego se dirigió a Aralen- Su majestad, espero que tenga un buen reencuentro con sus familiares.
-Oh, muchas gracias Peridan- dijo Aralen.
-Que tengan un buen viaje junto con la tripulación y gracias por traernos hasta acá, Peridan- dijo Edmund- ¡No olvide darle nuestros saludos a Susan y Peter y a nuestros amigos!
-No lo olvidare, Su Majestad- dijo Peridan comenzando a alejarse en el bote, devuelta al barco.-¡Nos vemos dentro de un mes!

Resplandor Cristalino comenzaba a girar para volver a Cair Paravel, vimos como la tripulación subió el bote junto con Peridan y comenzaron a hacernos señas de despedida. Nosotros respondimos de igual manera.
Permanecimos ahí observando, con nuestras pertenencias a un lado, esperando a que el barco desapareciera a lo lejos. El cielo ya se tornaba color rosado anaranjado.
Y de un momento a otro, escuchamos el relincho de un caballo tras nosotros. Los tres volteamos con igual sorpresa: Había un hombre de ya medio siglo y un muchacho, montados en sus caballos y llevando las riendas de otros dos mas, y nos miraban de pies a cabeza, como tratando de adivinar quienes éramos. Eran obreros, lo note por su tan sencilla y descuidada ropa.

-¿Es usted, Su Majestad, Aralen?- dijo el hombre.
-Deno... ¡Deno, es usted!- exclamó Aralen, dejando a un lado sus cosas y corriendo hacia él.

El hombre bajó de su caballo y se dieron un gran abrazo.
Por lo que Aralen nos contó brevemente, ella y el hombre se conocieron cuando Aralen visitó la isla cuando era tan sola una niña y su madre aun estaba con vida. Su nombre era Deno, y era uno de los cuidadores del castillo real de Doorn, donde vivían los gobernadores de las islas, y esos gobernadores eran los tíos por parte de padre de Aralen. Y en cuanto al ex Rey Lune, padre de la muchacha, cabe agregar que no pudo acompañarlos en el viaje ya que se sentía muy debilitado y viejo para hacer una gran travesía y prefería quedarse en su hogar, Anvard, cuidando de que en Archenland todo marchara bien.

-Creí que no me recordaría, Su Majestad- dijo Deno, besando la mano de la dama.
-¡Oh, pero como te recuerdo, Deno!- dijo ella- ¡Si eras mi compañero de juegos cuando era una niña!
-Me alegra tanto que aun me recuerde, joven Aralen. Sus tíos me enviaron a mí y a mi hijo a cabalgar por los costeros de Doorn, pues nos alertaron que llegarían pronto y debíamos recibirlos para llevarlos hasta el castillo- luego miró hacia atrás, donde estaba el muchacho descendiendo de su caballo.

-Este es mi hijo, Dan -dijo Deno apuntando al muchacho- Dudo mucho que se acuerde de él, pues solo lo vio un par de veces cuando usted hospedo aquí cuando niña...
-Es un honor conocerla, Su Majestad- dijo Dan besando la mano de la mujer.

Cuando Aralen nos presentó a Edmund y a mí, pude ver con exactitud al muchacho. Su cabello era largo, le llegaba a los hombros y se ondulaba un poco. Era color castaño oscuro y sus ojos... ¡Eran casi tan azulados como los de Aralen! Hubiera creído que el era familiar de Aralen si no lo hubiese presentado aquel hombre obrero como su hijo.

No sé como paso, pero sentí... como si me hundía en sus ojos.

Cap. 2 "Vamonos"

Desperté con una horrible pesadez en los párpados y con el mismo vestido nuevo que a estas alturas lucía maltratado y sus manchas de caramelo, tirada sobre mi cama.
¿Qué había pasado anoche? Ah, sí... ya lo recordé.
Tuve una pequeña discusión con mi hermana Susan en el banquete su cumpleaños. Creo que toda la rabia acumulada que tenía contra ella estalló justo ayer y le hice saber toda mi impotencia. El problema es que sin querer boté una copa de vino que estaba cerca mío y este cayó sobre el vestido de mi hermana.
Recuerdo esos segundos como si fueran eternos, su expresión era de horror y el vino recorría los contornos de su hermoso y fino vestido llegando a caer sobre sus zapatos.
Cair Paravel centró su mirada en nosotras... o tan solo en ella produciendose un ensordecedor silencio que a los pocos segundos después fue desvanecido por el llanto de Susan.
Vi como se le llenaron los ojos de lagrimas y escapo hasta su habitaciones esquivando a todos sus invitados.

-¡Susan!- gritó el príncipe Tobas siguiendola junto con mas amigos.

Miré hacia un costado.
Los centenares de gente me miraban con asombro y decepción, entre ellos vi a Edmund, quien me miraba con algo de tristeza y Peter se venía acercando a mí, mirandome fijamente a los ojos y me tomó del brazo, llevandome hasta mi habitación sin decir ni una sola palabra en el camino.
Mi hermano me reprochó como nunca antes en su vida, peor que aquella vez que lo desperté por mis carcajadas... Le expliqué lo que había sucedido, pero me dijo que mi manera de actuar no fue la adecuada, que fue una falta de consideración contra el principe y Susan. Y que fui muy cruel.
Peter me ordenó no salir de mi habitación y no salir de ahí, por lo menos hasta el día siguiente. Él volvería a la sala principal a dar la cara y algún tipo de explicación de los hechos.
Me quedé ahí sola, tirada sobre mi cama y derramando lagrimas de impotencia.
Hasta ahora.

Me levanté de la cama, corrí las cortinas y de inmediato cayó un rayo de sol sobre mi cara.
¿Ya era tarde? ¿Cuanto dormí?
La cerradura de mi puerta se movió, y alguien entró. El corazón se me paralizó de solo pensar que podía ser Peter.
Pero para mi suerte, era Edmund con una bandeja de comida.

-Buenos días, Lucy- dijo con una sonrisa.
-¿Edmund?- dije acercandome a él- ¿No estas molesto conmigo?
-Debo decir que tu actitud dejó mucho que desear, pero... estoy seguro que algo debe estar pasando por tu cabecita que aun no me has contado.
Asentí.

Edmund dejó la bandeja en un lado y antes de que yo le diera un bocado, pregunté:

- Ed, ¿Cómo están Peter y Susan?
-Peter salió hoy muy temprano con su caballo solo... con el Sr. Tumnus no sabemos donde fue pero aun no ha vuelto- dijo Edmund con algo de preocupación- Y en cuanto a Susan... está encerrada en su habitación y no quiere salir de ahí.
-Todo esto es mi culpa... ¿Qué puedo hacer? ¡No me perdonaran así como así!
-Todo esto pronto quedará en el olvido.
-No quedará en el olvido tan rápido, Ed...

Aproveche el silencio para probar la merienda que me llevó Edmund a la habitación. Estaba deliciosa.

-Ed, gracias por esto- agradecí.
-No hay de que, Lu- dijo él- Además, vengo a despedirme...
-¿Despedirte? ¿A donde vas?
-¿No lo recuerdas? Mencioné varias veces que me iría por algunas semanas a las islas desiertas de Narnia para visitar familiares de mi esposa Aralen, quienes residen allá. Quieren verla a ella, porque no la han visto desde que era una niña y quieren conocerme a mí, su esposo. Embarcaré en un rato mas.

Estaba apunto de escaparse mi corazón por la boca.
Edmund se iba por un buen tiempo, lejos de Narnia, con su querida esposa Aralen... mientras yo permanecería aquí, con la mirada de odio de Susan y Peter.
No quiero sonar como si tuviera preferencia con alguno de mis hermanos, pero es que Edmund era quien se acercaba mas a mi edad y lograba entenderme mejor con él, era quien mas me entendía y a quien recurría si es que yo tenía un problema. También viceversa.
Estaba acostumbrada a que Edmund hiciera viajes, pero viajes cortos hacia Archenland unos cuantos días y luego volvía, visitaba específicamente Anvard, castillo donde vivía su esposa desde ya hace un año, Aralen; La Reina de Archenland.
Ambos se conocieron en la post-guerra entre Archenland y Calormen, se vieron y al parecer ambos se gustaron, cuando la guerra acabo gracias a mi hermano Edmund quien se fue a un duelo de espadas contra Rabadash, príncipe de Calormen y lo venció, Edmund le propuso matrimonio a Aralen y esta aceptó.
Aralen es la mujer mas bella que he visto, después de mi hermana Susan ¡eso sí! Tiene unos bellos ojos azules como el mar y una cabellera castaña oscura que al sol pareciera que fueran mechones de oro. El primero que posara sus ojos sobre ella, se enamoraría y ese fue mi querido hermano Ed.

-Pero, Ed... no quiero que te vayas.
-Lu, no te preocupes ¡Todo estará bien! Tumnus te hará compañía.
-Con Tumnus o sin él, me sentiré muy sola y vacía sin ti...

Edmund me abrazó y yo me aferré a él con fuerzas. Unas lagrimas brotaron de mis ojos sin querer. ¿Qué haría sin las palabras consoladoras de Edmund por varias semanas?

Unos ruidos de personas y caballos se oyerón en las afueras de Cair Paravel, Edmund se escapó de mis brazos y se asomó en el balcón.

-Mi querida Aralen ya esta ensillando los caballos- dijo soltando una hermosa sonrisa.

Pero su felicidad no me alegraba para nada, me quedaría sola en Cair Paravel y de seguro siempre reprochada por Peter y Susan. ¡Detestaba que siempre fuesen ellos quienes mandaran! ¡Siempre ellos quienes tenían la razón! Continué con mi desayuno secandome las lagrimas, pero mi hermano al notar mi tristeza, se acerco lentamente a mí y me susurró:

-Ven conmigo, Lucy.
-¿Donde?
-A las Islas Desiertas, conmigo y con Aralen.
-Pero... ¿Y que pensará Peter? ¿Crees que me dejé ir contigo o preferirá que permanezca aquí como acto de reprocharme por lo que hicé?
-¡Olvidemonos de Peter y huyamos, Lu! ¡Huyamos lo antes posible, antes de que vuelva! ¡Aprovechemos esta oportunidad!
La oferta de Edmund era tentadora, pero si Peter me descubría... ¡De seguro ahora si me mataría!
-No lo sé, Ed... quiero ir, pero Peter me matará si hago algo contra su voluntad.
-Querrá matarme a mí, si le digo que yo te obligué- dijo sonriendo maléficamente.
-¿Harías... eso por mí? ¿Echarte la culpa por mí?
-Haría muchas cosas por ti, Lu. Porque te quiero y porque eres mi hermana.
-¿Crees que Aralen este de acuerdo con esto?
-Claro que sí... ¡Mejor dejemonos de hablar y empaca tu ropa y tus pertenencias mientras yo voy a recibir a mi esposa a la entrada! Luego yo volveré por ti, Lu... ¿Esta claro?
-¡Claro que sí!

Edmund salió con rapidez de mi habitación, y yo de inmediato comencé a empacar todo muy desordenado dentro de un morral. Arrugué todos mis vestidos haciendo eso.
Hacer un viaje largo de un momento a otro ¡Vaya cosa! Por un lado estaba feliz, no me quedaría sola en Cair Paravel... pero por el otro me sentía culpable y con miedo de lo que pensaran mis hermanos de mi huida con Edmund. Pero ya estaba aquí, corriendo de un lado otro por mi habitación empacando algunas de mis pertenencias mas importantes.
Edmund vino por mí a los minutos después, tomó mi morral y me llevó de la mano corriendo hasta la salida de Cair Paravel...

Cap. 1 "Enojo"

-Jaque Mate.
Era la décima vez que se lo decía al Sr. Tumnus, mi mejor amigo desde que estoy en Narnia, en el pequeño transcurso del día.
-¿Otra vez?- Preguntó el fauno inclinando la cabeza hacia un lado de manera divertida.
No era de extrañarse, a los pocos días después que asumí el cargo de Reina en Narnia junto con mis hermanos, el Sr Tumnus me enseñó a jugar ajedrez. En un principio era realmente mala, mi amigo fauno siempre me ganaba y las veces que yo salía vencedora, él me dejaba ganar apropósito para no hacerme sentir mal.
Pero ahora ya no soy esa pequeña de nueve años, si no una joven de dieciocho, que al pasar de los años logró empezar a crear estrategias de juego y ser mucho mejor que la misma persona quien me enseño a jugar. Se empezaba a apreciar que los años comenzaban a caer sobre Tumnus de a poco.

-Pues, sí- dije con una enorme sonrisa- ¡Otra vez gané yo!.
El fauno meneó la cabeza hacia el otro lado.
-Ya me estoy aburriendo de ser yo el perdedor, creo que mejor iré a jugar contra el Castor, él siempre pierde conmigo...
Se levantó de su silla dirigiendose hacia la puerta, simulando enojo y orgullo, pero basto con echarme un solo vistazo y los dos estallamos en carcajadas.

Desde hace varios meses, empezamos a jugar cada mañana, antes de que cualquiera de mis otros hermanos se levantara... o quizá antes que toda Narnia. Es que simplemente nos gustaba iniciar el día con una partida de ajedrez.
Tumnus, en medio de risas, me hizo guardar silencio acercando su dedo indice a su boca. Y es que la ultima vez que reímos tan fuerte, nuestras carcajadas llegaron a la habitación de mi hermano mayor y gran rey Peter y este, además de amanecer de mala aquel día, vino hasta acá a reprocharnos por haberlo despertado a tales horas de la mañana.
Guarde silencio de inmediato, de tan solo acordarme de lo mucho que se disgusto Peter conmigo ese día, me dan ganas de coser mi boca.

Con Tumnus empezamos a guardar la caja de ajedrez y dejar todo en su lugar, como siempre.
-¿Hay alguna novedad para hoy, Sr. Tumnus?- pregunté.
-Claro que sí, Reina Lucy-dijo el fauno sonriendo- Hoy esta de cumpleaños su hermana Susan, ¿Acaso lo olvido?
-Pues... sí-murmuré.
-Durante la tarde se realizara un banquete y en unas horas mas llegarán todos sus invitados.
-De seguro alguno de esos invitados querrá tomar la mano de mi hermana-dije.
Resultaba normal que algunos príncipes o viudos reyes, visitaran Cair Paravel solo para conocer a "La hermosa Susan", como la llamaban en los países vecinos. Algunos solo venían a apreciar su belleza y otros, iban mas allá: Querían hacerla su esposa, ya que quedaban flechados inmediatamente con tan solo verla. Pero mi hermana, ha negado peticiones hasta el día de hoy. Según ella, aun no ha llegado un hombre que haga latir su corazón de verdad.
Debo admitir que a veces sentía algo de celos de mi hermana: A veces me quedaba mirandola desde mi ventana, y ella daba vueltas en el patio apreciando el paisaje narniano, entonces era cuando notaba que era realmente una mujer muy bella... sus ojos, su cabello, su piel, ¡Todo era tan perfecto en Susan!
Ella era una persona muy querida, tenía muchos amigos en Narnia y también en el exterior, viajaba continuamente de país en país visitando gente conocida para ella y también recibía muchas invitaciones a fiestas. Rechazaba la mayoría.
Y en cuanto a mí, solo puedo decir que me gusta jugar ajedrez, mi único amigo es Tumnus, me subo a los arboles a leer con tranquilidad y a veces cabalgo en mi caballo en los al rededores de Cair Paravel.
Mi vida no es para nada de parecida a la de Susan...

Sentí pasos afuera de la habitación. De seguro mis hermanos ya se habían despertado y ya habían comenzado las actividades del día.
-Iré a ver que esta sucediendo allá afuera, Sr. Tumnus-dije abriendo la puerta.
-Esta bien, Reina Lucy, ¡Nos vemos!-dijo el fauno, terminando de guardar algunas piezas de ajedrez.
Salí de la habitación y me dirigí a la de Susan, donde venía el ruido de voces y pasos. Acerqué mi oído a la puerta y noté que las voces eran de las criadas, Peter y obviamente también Susan.
Entré sin tocar antes, y todos quedaron mirandome con sorpresa.

-Buenos días, querida hermana-saludó Susan.
-Buenos días, Su- dije- Feliz Cumpleaños.
-¡Oh, muchas gracias, Lucy!.

Las criadas estaban al rededor de mi hermana con sus costureros arreglando un nuevo vestido para ella. Estaban ajustado últimos detalles, estaban por terminar.
Peter permanecía sentado mirando de frente a mi hermana, me acerqué a él y también lo saludé junto con una sonrisa.

-Lucy, querida,¿Hoy usaras ese vestido?-dijo Susan mirandome de pies a cabeza.
-¿Qué hay con eso?-pregunté extrañada.
-¿No crees que es un vestido que usas... muy seguido?
-Pues... es mi vestido favorito.
-Hoy tenemos visitas importantes, hermana- intervino Peter- Y Susan solo desea que uses otro vestido, ya que queremos dar una buena y formal impresión. A eso se debe su preocupación.

¡Peter, el Gran Rey o El Magnifico! ¡Siempre haciendo caso a las opiniones y necesidades de Susan! Puesto a que la considera una mujer respetable, inteligente y astuta. ¿Qué piensa Peter de mí? Que aun soy una niña a la que deben corregir a todo momento.

-Esta bien, iré a buscar otro vestido- dije dandome por vencida.
-¡Oh, no, no!- exclamó Susan antes de que diera un paso- ¡Tengo una idea mejor! ¿Por qué mejor no le pides a las criadas que te fabriquen un nuevo vestido para hoy en la tarde? Ellas son tan rápidas y eficientes que de seguro se demoraran muy poco.
-Estoy segura de que ya tuvieron suficiente trabajo con tu vestido, Susan...
-¡Oh, para nada!- exclamó Tamnes, una fauna pariente de Tumnus y jefa de las criadas-¡Para nosotras sería un honor y enorme placer crear un nuevo vestido!
"¡Oh, claro que si!"-alentaban las demás.
-Bueno... esta bien-acepté poco convencida.

A los pocos minutos después, el vestido de Susan estaba completamente listo. Era largo de un color azul caribe único con relucientes bordados en las terminaciones. Un hermoso vestido para una hermosa mujer.
Susan apreciaba su delgada figura con el vestido puesto frente al espejo.
-¿Como luzco, hermano?-preguntó ella sin despegar la vista de su reflejo.
-Decir que te ves hermosa, es poco-respondió Peter- De seguro flecharas de inmediato al príncipe que viene en camino.
Y las criadas seguían alimentando su ego hasta llegar a las nubes y ella, muy coqueta, agradecía tanto elogio.

-Ahora es tu turno, Lucy querida- dijo Susan acercandose a mí y tomandome de las manos- Lucirás tan bella que de seguro uno de los hermanos del príncipe Tobas quedara flechado contigo.

Enrojecí un poco. Me fue incomodo eso, la verdad siempre me ha resultado incomodo hablar de esos temas... El príncipe Tobas era una de las ultimas conquistas de Susan, de seguro hoy venía a pedirle su mano.

Peter y Susan abandonaron la habitación para ir a ajustar los últimos detalles de la bienvenida del dichoso príncipe dejandome a mí junto al trabajo de las criadas.
Pase varias horas en medio de telas, costuras, hilos, tejidos y agujas para la creación de mi vestido y una vez que ya la tarde empezaba a caer, estaba listo.
Era un vestido del mismo modelo que Susan, pero este era un color rosa mosqueta, Me veía muy bien dentro de este... pero estoy segura de que a mi hermana se le vería mucho mejor.
Agradecí infinitamente a las criadas, pero al parecer, a ellas no les importaba trabajar tanto, es mas, las llenaba de esa manera.
Salí de la habitación y frente a mí me encontré con Edmund. También lucía mas formal que nunca, de seguro Susan le exigió lo mismo que a mí.

-Oh, Lucy... estas muy bella- dijo Edmund mirandome con sorpresa.
-Gracias-dije muy extrañada. No estoy acostumbrada a recibir elogios.
-Venía a buscarte, Susan y Peter me lo pidieron ya que al parecer los invitados están por llegar.
-Ya estoy lista, vamos.

Bajamos las escaleras juntos hasta llegar a la sala principal, que estaba adornada de flores y un inmenso banquete con comida deliciosa. Mis hermanos y los narnianos caminaban de un lugar a otro echando una mirada por la ventana.
Cuando me acerque a tomar una manzana confitada del banquete, Peter me vio y me dijo:

-Deja eso, Lucy. Comeremos cuando los invitados lleguen.
-Pero, Peter... ¡Tengo mucha hambre!
-Solo aguarda unos minutos mas.
-Pero...
-¡Lucy, solo acata mi orden y no me saques de mis casillas en este momento!.

Mire a mi alrededor y note como todas las criaturas narnianas me miraron con algo de lastima, como si en sus mentes estuvieran diciendo "¡Pobre Lucy!".
Fui directo a sentarme a una silla que estaba vacía, con algo de molestia por el actuar de mi hermano y permanecí ahí hasta que llegó mi amigo Tumnus a hacerme compañía.

-¿Esta usted aburrida, Su Majestad?- preguntó el fauno.
-¡Sí, y con bastante hambre!- exclamé para que llegara a oídos de Peter.

Pero me ignoró completamente, pues para mi suerte, el famoso príncipe Tobas venía llegando junto a sus tres hermanos, quienes eran trillizos.
Tobas era un joven muy bello, debía tener la misma edad de Susan, tenía el cabello oscuro pero su piel era de tez blanca, sus ojos claros, delgado y muy alto. Entró a Cair Paravel con una sonrisa muy bella. Pero sus hermanos, los trillizos, no se parecían en nada a él. Los trillizos eran algo mas bajos que Tobas, su piel algo mas oscura y ojos color café. No se podían comparar a la belleza de su hermano mayor.
Entraron con calma a Cair Paravel, Peter como Gran Rey, los saludó primero y los fue guiando.
Susan abrió los ojos una enormidad al ver por primera vez a su invitado, obviamente tuvo que haberse sorprendido por tal belleza del príncipe. Cuando este estuvo frente a mi hermana, noté como las miradas de ambos brillaban y no dejaban de mirarse.
-Es un enorme placer conocerla, Reina Susan- dijo el príncipe inclinandose un poco, tomando la mano de mi hermana con delicadeza y besandola.
-Para mí también lo es, príncipe Tobas- dijo mi hermana enrojeciendo un poco.
No era común ver a Susan enrojecer... ¿Será que... este hombre si es el indicado para ella?
-Los comentarios acerca de su persona en el exterior son verdaderos- prosiguió el príncipe- Es usted una de las Reinas mas bellas que pude haber conocido en mi vida.
-Oh, me subestima demaciado- agradeció Susan.
-Es imposible no hacerlo.

Por obligación, tuve que acercarme a saludarlo también y a sus hermanos también. El resto de los invitados comenzaron a llegar todos a la vez un poco después de la llegada del príncipe Tobas.
Cair Paravel se había llenado de felicidad, de ruidos, de risas y de personas por doquier.
Pero apenas se dio la orden de saborear el banquete, corrí a coger algunas manzanas confitadas y darles una buena mordida. Y es que comía hace varias horas atrás debido a la creación de mi nuevo vestido.
Estaba comiendo como una condenada muerta de hambre, algunas gotas de caramelo cayeron sobre mi vestido y no me importo tener mucha comida en mi boca. Simplemente moría de hambre.
Eché un vistazo hacia el centro del banquete, nadie mirandome: Peter se encontraba muy ocupado en su conversación con Reyes de países lejanos, Edmund saboreaba algunos platos junto con su esposa, la Reina Aralen de Archenland y Susan, era la festejada por lo cual estaba rodeada de amigos y amigas, entre saludos y regalos. Y en cuanto al resto, todos estaba concentrados en cualquier otra cosa por lo cual continué comiendo mas.

-Creó que usted debería comer con algo de moderación- escuché repentinamente tras de mí, cuando ya terminaba de comer la ultima manzana que quedaba en el plato.

Volteé y mire con sorpresa y algo de susto, esperando que ese reproche viniera de Peter o tal vez, Tumnus... Pero no. No era nada mas, ni nada menos que el príncipe Tobas.

-Así no debería comer una dama, mucho menos en un banquete, ¿No lo cree?- replicó.

Mi expresión cambió a una de total extrañeza y algo de disgusto. Rápidamente limpié mi boca y dije:
-Yo como a la manera que a mí se me da la regalada gana. Estoy en mi país, donde además soy reina y no haré caso de un extranjero desconocido.

Su expresión fue de enorme sorpresa. Volví a voltear para tomar la ultima manzana que quedaba, pero esta vez una voz femenina potente me llamó la atención:

-Lucy, acabo de ver lo que ha sucedido y esa no es la manera de tratar a un invitado, mucho menos si es un Rey.

No pude echarme la manzana a la boca al notar que esa voz venía de Susan.
Otra vez Susan... ¡Susan, Susan, Susan! ¡Todo giraba en torno a ella!
Volteé y al ver mi vestido con manchas se acercó a mí:

-Lucy, mira como tienes ese vestido...
-Dejame, Susan- la aleje de mí- Me tienes harta.
-Simplemente te estoy reprochando, no es para que...
-Peter y tú solo saben hacer eso conmigo, reprocharme.-la interrumpí.
-¿De que estas hablando, Lucy? ¡Solo te estamos educando para tu bien!
-No debería tratar a su hermana así, menos hoy día que es una fecha muy especial para ella- intervino el Príncipe.
-Siempre eres tú, la mas inteligente, la mas bella, la que todos escuchan, la que todos hacen caso... la que todos aman.
Susan me miró con algo de tristeza combinado con confusión.
Otra vez voltee para tomar la ultima manzana, pero Susan me tomó del brazo y yo por tratar de que me soltara, boté una copa de vino que estaba en la mesa, dejando caer todo su interior sobre el vestido de mi hermana...